De Berlín Oriental a Tashkent: La contrarrevolución capitalista pisotea a las mujeres - Parte II

La restauración capitalista tuvo efectos devastadores en la clase obrera mundial y, en particular, entre las mujeres de los antiguos estados obreros deformados y degenerados. La segunda parte de este artículo se centra en Polonia y la antigua URSS.

De Berlín Oriental a Tashkent: La contrarrevolución capitalista pisotea a las mujeres - Parte II

La primera parte de este articulo – traducido de Women and Revolution No. 42 (primavera-verano de 1993) – fue publicada en Espartaco No. 5 (primavera de 1994);

Segunda de dos partes

Polonia: cruzada clerical-nacionalista contra la mujer

Patricia Clough del periódico londinense The Independent (14 de abril de 1992) escribió que las mujeres polacas están siendo lanzadas "del mundo seguro del empleo garantizado y la apariencia de igualdad hacia una regresión de décadas y décadas, a un mundo aterrador de discriminación, prejuicio y opresión". Al igual que en la parte oriental de Alemania, están siendo, echadas de la fuerza laboral por los efectos combinados del colapso económico, el cierre de guarderías y la práctica de dar empleo sólo a los hombres.

Por añadidura, las mujeres son el blanco principal de una campaña para transformar a Polonia en una versión euro-oriental de Irlanda, o una versión católica del Irán de Jomeini. Marcin Libicki de la Unión Nacional Cristiana: – que era parte de la coalición gobernante – proclamaba: "Queremos regresar a la ética de la mujer como madre. La naturaleza creó a la mujer para tener hijos." En la primavera de 1991, el papa Wojtyla despotricó por toda Polonia, comparando el "enorme cementerio de niños nonatos" con el Holocausto nazi.

Polonia se encuentra en la actualidad en la primera línea de una cruzada clerical-nacionalista a través de Europa Oriental contra el aborto y más generalmente contra el "hedonismo" y "consumismo" de Occidente. Dado el relativo atraso económico de la región, los nacionalistas no ven otra vía hacia el poderío politico y militar que maximizar el número de habitantes de su sagrado estado-nación. Para los mutuamente hostiles "nacionalistas cristianos" de Europa Oriental, el aborto reduce el número de potenciales soldados polacos, húngaros o rumanos que pueden ser utilizados para asesinar a los puéblos vecinos. Es por eso que lo consideran el crimen de crimenes.

Muchos creen erróneamente que la posición del Vaticano de que el aborto equivale al asesinato se basa en el antiguo dogma de los fundadores de la iglesia. Pero en realidad, es una adaptación de la jerarquía católica al nacionalismo burgués moderno. En la década de los 1860, Napoleón III de Francia – el prototipo del déspota bonapartista en un estado imperialista – consideraba que una mayor tasa de natalidad era esencial para disponer de obreros y soldados en la expansión del Imperio Francés. Apeló a Roma, y el papa prontamente cambió la doctrina tradicional de la iglesia, según la cual la vida comienia cuando se sienten los movimientos del feto, para adaptar la versión actual de que comienza inmediatamente después de la concepción. Esto transformó al aborto de pecado venial en pecado mortal y dio la base "moral" para la legislación en su contra en Francia y el resto de la Europa católica.

Los estrechos lazos de los lideres de Solidarnosc con el Vaticano eran bien conocidos desde el principio; así como la agresiva campaña de Wojtyla para criminalizar el aborto. Sin embargo, entre los partidarios de Solidarnosc había mujeres polacas que rechazaban el papel que la iglesia les asignaba, creían en el derecho al aborto y, generalmente compartían una perspectiva similar a la de las feministas pequeñoburguesas dé Occidente. ¿Por qué esas mujeres polacas. "liberadas" hacían causa común con Walesa, Wojtyla y Cia.? Una explicación la da Malgorzata Tarasiewicz, que fue jefa de la Comisión de la Mujer de Solidamosc y después se declaró anarquista:

"Era creencia común de que tan pronto como nos deshiciéramos del gobierno comunista la ayuda y las inversiones empezarian a llover de los países occidentales. No resultó ser así. A la mayoría de los empresarios occidentales interesados en Europa Orienta sólo les interesan las ganancias rápidas."
"Sí crean empleos, pero bajo sus condiciones: ningún sindicato, nada de quejas sobre las condiciones de trabajo, y bajos salarios."
-Off Our Backs, agosto-septiembre de 1991

La ilusión de que un gobierno anticomunista en Varsovia recibiría decenas de miles de millones de dólares y marcos alemanes en generosa ayuda económica de los banqueros e industriales occidentales era compartida por gran parte de la clase obrera. De hecho, esto explica en gran medida el apoyo obrero a la abiertamente procapitalista Solidarnosc. En lugar de eso, los financieros occidentales le ordenaron al nuevo régimen que llevara a cabo una "terapia de shock", que produjo desempleo masivo y empobrecimiento generalizado. Los obreros polacos sufrieron un choque tanto politico como económico, y pronto volvieron contra el gobierno de Solidarnosc las mismas armas – huelgas y protestas – que habían utilizado contra una serie de regímenes estalinistas. Desde principios de 1990, Polonia ha experimentado un elevado y relativamente constante nivel de luchas obreras, mientras Solidarnosc se ha fracturado en partidos enconadamente hostiles entre si.

La terapia de shock económica dictada por los banqueros occidentales ha sido acompañada por la campaña del Vaticano para criminalizar el aborto. Esta cuestión ha recibido amplia cobertura en la gran prensa burguesa de Occidente, así como la prensa feminista y de izquierda. Casi todos estos artículos señalan que el aborto libre (es decir, para quien lo pida) fue legalizado en Polonia en 1956. Pero casi ninguno explica por qué esta medida emancipadóra ocurrió en ese momento y no antes.

Los de la Unión Nacional Cristiana y otros sostienen que el aborto legal fue impuesto por los comunistas (es decir, los estalinistas) contra la voluntad del pueblo polaco. La verdad fue todo lo contrario. En Polonia y en todo el bloque soviético, el aborto fue ilegalizado durante los últimos años (1945-53) de la era de Stalin. Durante la primera década de su existencia, la República Popular de Polonia conservó la ley contra el aborto promulgada en 1932 por la dictadura fascistoide de Pilsudski del período de entre guerras. Bajo esta ley las mujeres podían ser encarceladas por tres años, y los médicos y parteras por cinco. Al comienzo del período de posguerra, los estalinistas de Varsovia consideraban que una alta tasa de natalidad era deseable para suministrar la mano de obra necesaria para la reconstrucción del país, que había sido devastado por la guerra.

La muerte de Stalin y la crisis de la sucesión en el Kremlin trastornaron el quebradizo orden burocrático de las "Repúblicas Populares" de Europa Oriental, empezando con el levantamiento obrero en Berlín Oriental en 1953. En Polonia, el régimen, dividido por luchas fraccionales, enfrentaba un ánimo cada vez más rebelde entre las masas trabajadoras y la intelligentsia, al descomponerse los controles del tipo estado policíaco.

Fue bajo estas circunstancias que el tambaleante régimen estalinista aprobó la Ley de Admisibilidad del Aborto, en abril de 1956. Fue inmensamente popular entre las mujeres polacas y permitió a los estalinistas declarar que a partir de entonces llevarian a cabo su profesada política de emancipar a la mujer. Además, socavó la autoridad de la iglesia, que durante el período del totalitarismo estalinista era la única institución independiente de la búrocracia que se toleraba.

Los pasos vacilantes hacia la liberalización, por parte de los despreciados estalinistas de viejo cuño, de ningún modo apagaron el descontento popular. Una incipiente revolución política proletaria – más tarde llamada "el Octubre Polaco" – fúe desviada en el último momento mediante la llegada al poder de Wladyslaw Gomulka, que tenía la reputación de ser un comunista "nacional-liberal" victimizado y dirigente obrero honesto. Gomulka logró salvar a la burocracia haciendo, al inicio, amplias concesiones a todos los sectores de la sociedad polaca, desde los consejos obreros prosocialistas hasta los pequeños propietarios campesinos y la jerarquía eclesiástica.

Fue el régimen de Gomulka el que institucionalizó el aborto libre y gratuito, en parte porque consideraba que una menor tasa de natalidad sería benéfica para el crecimiento económico al permitir un desplazamiento de los recursos del consumo a la inversión. En todo el bloque soviético (excepto la RDA), los anticonceptivos eficaces eran dificiles de conseguir, situación que en Polonia se agravaba por la presión de la iglesia. Según Hanna Jankowska de Pro-Femina, un grupo pro derecho al aborto, únicamente el 10 por ciento de las mujeres polacas utilizan anticonceptivos modernos. Así, los abortos – calculados entre 500 mil y un millón anualmente – se convirtieron en el principal medio de control de la natalidad.

Desde 1956, la prohibición del aborto ha sido la demanda clave del anticomunismo clerical en Polonia. Cuando el régimen estalinista de Varsovia estaba exhalando el último suspiro en las discusiones de la "Mesa Redonda" con Solidarnosc en la primavera de 1989, diputados católicos en el Sejm (parlamento) introdujeron un proyecto de ley de "protección de los niños nonatos", que prohibía los abortos bajo cualquier circunstancia e imponía el encarcelamiento por tres años tanto a la mujer como a su médico. Era peor que la ley de 1932 de la dictadura de Pilsudski, la cual permitía el aborto en casos de violación, incesto, prostitución juvenil o peligro a la salud de la madre.

Aunque los clerical-nacionalistas tratan de identificar al pueblo polaco con el fundamentalismo católico, las encuestas de opinión han mostrado consistentemente que cerca del 60 por ciento de la población está a favor de que se conserve el derecho al aborto libre, mientras que menos del 10 por ciento apoya su prohibición total. Por primera vez en décadas, una fuerte corriente de anticlericalismo popular ha resurgido en Polonia, especialmente entre las mujeres. Por ejemplo, unos manifestantes protestaban fuera del Sejm en 1990 con consignas como: "Se está entrando a Europa por el camino de Irán'" Pero en vez de defender el derecho al aborto abiertamente – que aparte de ser cuestión de principios era incluso popular – los ex estalinistas de Polonia, ahora socialdemócratas, hicieron evasivas, confinando la discusión sobre la nueva legislación dentro de interminables comités parlamentarios.

Sin embargo, la jerarquía eclesiástica y los partidos clericalistas tomaron medidas para suprimir el aborto, fuese legal o no. En 1990 se reintrodujo la enseñanza religiosa en las escuelas polacas, y los curas inmediatamente movilizaron a los niños contra sus madres. Hasta niños de ocho años fueron presionados a firmar peticiones contra el aborto. A muchas mujeres polacas sus hijos les han preguntado cosas como: "Mamá, ¿es cierto que tú quieres matar a mi hermanita?"

Los principales opositores a la legislación contra el aborto llamaron por un referéndum popular sobre la cuestión, seguros de que ganarían. Como era de esperar, la jerarquía eclesiástica, el presidente Lech Walesa y los partidos clericalistas bloquearon esta posibilidad. Forzar la convocatoria de un referéndum frente a la oposición de estas fuerzas hubiera requerido una movilización masiva centrada en la clase obrera – huelgas, grandes manifestaciones combativas, la ocupación del Ministerio de Salud y los hospitales públicos que se rehusaran a practicar abortos. Dada la rabia y la desesperación de la clase obrera polaca, llevar a las calles la batalla por la defensa del derecho al aborto podría haber hecho trizas el frágil régimen contrarrevolucionario; la huelga de los mineros del carbón en diciembre de 1992 obligó al gobierno a posponer el debate del Sejm sobre la legislación antiaborto. Esto era precisamente lo que temían los lideres liberales "europeistas" de la campaña por el referéndum, como Zbigniew Bujak y Barbara Labuda. Para los liberales y socialdemócratas de Polonia, el temar a desestabilizar al incipiente estado burgués pesa mucho más que su desagrado por la conversión del país en una Irlanda de Europa Oriental o algo peor.

Finalmente ambas cámaras del Sejm aprobaron la largamente temida ley contra el aborto. Como una "concesión", las mujeres no serán encarceladas, únicamente sus médicos, y el aborto será permitido en casos de violación, peligro a la salud de la madre, etc.

En el otoño de 1990, en medio de la primera gran lucha obrera contra el nuevo régimen de Solidarnosc, un pequeño grupo de militantes trotskistas en Polonia se adhirió a la Liga Comunista Intemacional. El documento de fundación del Spartakusowska Grupa PoIski declaraba:

"Un partido trotskista debe ser un tribuno del pueblo, defendiendo a todas las víctimas de la opresión. La restauración del capitalismo reaviva e intensifica toda la 'vieja porquería' del orden social anterior a la guerra, desde el clericalismo reaccionario hasta el nacionalismo pilsudskista y el antisemitismo... La jerarquía católica, conciliada por los estalinistas, ha ejercido por mucho tiempo una influencia decisiva sobre Solidarnosc. La reacción clerical ataca especialmente a la mujer. ¡Aplastar los ataques al derecho de aborto! ¡Aborto libre y gratuito, sin restricciones! ¡Por guarderías infantiles gratuitas las 24 horas del día! ¡Por la estricta separación de la iglesia del estado! Abajo con el dogma estalinista conservador que glorifica la institución de la familia, la principal institución social para la opresión de la mujer. Sólo la realización de una sociedad genuinamente socialista, basada en la abundancia material y la igualdad, puede verdaderamente liberar a la mujer."
-"Se funda el Grupo Espartaquista de Polonia", Spartacist (edición en español) No. 24, marzo de 1992

Hoy en Polonia la emancipación de la mujer está inmediata, directa e íntimamente vinculada a la revolución socialista proletaria.

La mujer en la Rusia soviética, de Stalin á Breznev

La Revolución Bolchevique de 1917 – la más grande victoria del proletariado en la historia mundial – inscribió en su bandera la lucha por la emancipación de la mujer. En los primeros años del gobierno soviético, bajo Lenin y Trotsky, el divorcio se hizo gratuito y fácilmente accesible; se eliminó la discriminación contra los niños nacidos fuera del matrimonio; se establecieron guarderias gratuitas; se decretó el pago igual por trabajo ígual; el aborto se hizo legal, libre y gratuito; y miles de escuelas se abrieron a las mujeres por primera vez, sobre la base de trato preferencial. En Asia Central y Azerbaiyán se realizaron esfuerzos heroicos – que costaron la vida a muchas militantes comunistas – para liberar a las mujeres de la esclavitud de la sociedad islámica tradicional.

La usurpación del poder a mediados de los años 20 por una burocracia parásita bajo J.V. Stalin – una contrarrevolución politica que en última instancia reflejaba las presiones del capitalismo mundial sobre el aislado estado obrero soviético – condujo rápidamente a un paso decisivó hacia atrás para las mujeres. Se emprendió una ofensiva general para reconstituir la estructura familiar basada en la subordinación de la mujer. En 1934 se abolió la Sección Femenina del partido y todas las organizaciones femeninas de masas fueron disueltas (excepto, significativamente, en las repúblicas de Asia Central). Inmediatamente después vino la ilegalización del aborto y la casi imposibilidad de obtener el divorcio, junto con una ofensiva propagandística santificando la "familia socialista". Como escribió Trotsky en La revolución traicionada: "La legislación del matrimonio instituida por la Revolución de Octubre, que en su tiempo fue objeto de legitimo orgullo para ella, se ha transformado y desfigurado por amplios empréstitos tomados del tesoro legislativo de los paises burgueses."

No obstante, Trotsky argumentaba que tales empréstitos no habian hecho de la Unión Soviética un estado burgués. Durante los años 30 y posteriormente, entre los liberales y socialdemócratas era común igualara la Rusia de Stalin con la Alemania de Hitler, bajo la categoría general de estados policíacos totalitarios, pasando por alto las grandes diferencias en sus bases sociales. Sin embargo, lá posición de la mujer en las dos sociedades era fundamental y obviamente distinta.

El régimen nazi imponía por la fuerza a las mujeres alemanas una vida de "Kinder, Küche, Kirche" (niños, cocina, iglesia). Aun durante las condiciones desesperadas de la Segunda Guerra Mundial, no se fomentó que las mujeres alemanas trabajaran en las fábricas, en parte por temor a que la maternidad aria se "contaminara" con el contacto con los extranjeros, principalmente eslavos, obligados a trabajar por la fuerza. Un prominente historiador de la economía de la guerra ha escrito:

"Alemania era la excepción a la regla de que la guerra trajo un gran aumento en el empleo de las mujeres... A pesar de la insaciable demanda de mano de obra en Alemania, las ideas sociales del Partido Nacional Socialista impidieron cualquier mayor movilización de las mujeres. Debido a que la raza y la sangre eran de importancia suprema en la creación dé la nueva sociedad, la reproducción y crianza eran vitales."
-Alan S. Milward, War, Economy and Society 1939-1945 (1979)

La situación de las mujeres soviéticas era diametralmente opuesta a la de sus hermanas alemanas. Los primeros planes quinquenales, que transformaron a la URSS de un pais en gran parte campesino aun a potencia industrial, movilizaron a las mujeres en masa, y no podían haber tenido éxito sin ellas. En 1940 el número de obreras era más de cuatro veces mayor que en 1928, incrementándose de menos de 3 millones a más de 13 millones. Esta tendencia se aceleró durante la guerra, cuando las mujeres sustituian a los hombres enviados al frente. Para 1942 la tercera parte de todos los torneros, el 40 por ciento de todos los trabajadores portuarios y casi la mitad de los tractoristas de las granjas colectivas eran mujeres.

Más aún, las mujeres soviéticas participaron en combate, siendo una parte integral de la movilización masiva e toda la población contra la invasión de su país por los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Las aviadoras soviéticas, las primeras mujeres en la historia que pilotearon aviones en combate, estaban organizadas en tres regimientos de combate aéreo totalmente femeninos y eran conocidás como las "Brujas de la N0che" por las tropas nazis, que temian sus incursiones nocturnas.

Con la victoria del Ejército Rojo sobre el Wehrmacht (ejército) nazi, Stalin tomó medidas para restaurar un orden más patriarcal. Una alta tasa de natalidad fue considerada una prioridad para compensar la terrible pérdida de vidas durante la guerra. En 1944 se eliminó la educación mixta y fue reemplazada por la segregación sexual de escuelas. Esta medida no sólo era socialmente reaccionaria sino que retrasó también el desarrollo económico soviético, ya que esa generación de jóvenes mujeres recibió una educación inferior a la de sus compañeros de trabajo varones.

La posición de las mujeres en la Rusia de Stalin expresaba claramente la naturaleza contradictoria de la URSS como estado obrero burocráticamente degenerado. Las leyes reaccíonarias, diseñadas para hacer que la mujer se ciñera a su papel de ama de casa y procreadora, coexistian con el más alto indice en el mundo de participación de la mujer en la fuerza laboral. La glorificación de la "familia socialista" coexistía con declaraciones de igualdad sexual basadas en los principios de Marx y Lenin. Estas contradicciones permitieron que las mujeres soviéticas lograran importantes avances cuando la situación política cambió después de la muerte de Stalin en 1953.

Los sucesores y herederos de Stalin en el Kremlin temian una revuelta popular como la que sacudió a Alemania Oriental en 1953. Una de sus primeras medidas fue anunciar un "Nuevo Curso" marcado por un fuerte aumento de articulos de consumo. Sin embargo, para sostener un nivel de vida ascendente para las masas soviéticas se requeria aumentar la productividad económica y lograr una utilización más eficiente de la mano de obra.

Las mujeres eran potencialmente la fuente más importante de mano de obra calificada, ya que las generaciones más productivas de hombres habían sido diezmadas en lá guerra contra la Alemania nazi. En 1955 no sólo se reinstituyó la educación mixta, sino que además se emprendió un gran esfuerzo por adiestrar a las mujeres como obreras calificadas y técnicas, asi como profesionistas. Para alentar a las mujeres a dedicar el tiempo y la energfa necesarios para adquirir estas nuevas habilidades, se puso menos énfasis en la maternidad.

Asi, también en 1955, se volvió a legalizar el aborto. La explicación oficial fue que se queria eliminar los abortos ilegales y peligrosos, y no que se trataba del reconocimiento del derecho de la mujer a decidir si deseaba o no tener un hijo. Antes, el uso extenso del aborto ilegal equivalia, para muchas mujeres soviéticas, a una forma de resistencia al totalitarismo estalinista, y a la larga obligó a la burocracia a abandonar una politica particularmente opresiva.

El nuevo régimen del Kremlin que se consolidó en torno a Nikita Jruschov a mediados de los años 50 buscó el apoyo popular y la autoritad moral afirmando que, a partir de entonces, el gobierno soviético y el partido gobernante se apegarian a los principios socialistas que profesaban, incluyendo la igualdad entre los sexos. Se hicieron esfuerzos por mostrar que la mujer soviética era igual al hombre en todos los campos. En 1963 la cosmonauta Valentina Tereshkova fue mundialmente aclamada por su histórico vuelo espacial, cuando todos los astronautas norteamericanos eran hombres. En la época de Jruschov también se reavivaron las campañas antirreligiosas, que en la región tradicionalmente musulmana del Asia Central soviética estuvieron directamente relacionadas con la dificil lucha por la libertad de la mujer.

Las promesas de la época jruschoviana – en 1961 el impulsivo lider del Kremlin declaró que la Unión Soviética lograria el "comunismo pleno" en 20 años – generaron expectativas y exigencias que la burocracia no podía satisfacer. En 1964 Jruschov fue destituido por el más conservador Leonid Breznev, cuyo concepto de orden social se basaba en la apatía politica masiva.

Bajo Breznev, la élite burocrática (la nomenklatura) se volvió descaradamente corrupta, nepotista y codiciosa. Nadie tomaba en serio sus pronunciamientos ideológicos. El idealismo socialista que animaba a los obreros e intelectuales soviéticos en los años 50 y a principios de los 60 – el período de la "desestalinización", el Sputnik y la Revolución Cubana – fue sustituido por el cinismo generalizado en todos los estratos sociales.

Mientras que se refería cínicamente al "marxismo-leninismo", la verdadera ideología de la burocracia brezneviana podria calificarse de "superpotencialismo" – la creencia en un estado fuerte, centrado en la nacionalidad rusa, capaz de negociar la configuración de la politica mundial en igual condición con el imperialismo norteamericano. La propaganda oficial sobre la cuestión nacional dentro de la URSS se refería invariablemente a los rusos como lós "hermanos mayores" (starshie bratia) de los demás pueblos soviéticos. Para contrarrestar la influencia de "disidentes" pro-occidentales como Andrei Sájarov, el régimen de Breznev toleraba y hasta promovia, selectivamente, a reaccionarios ideólogos nacionalistas rusos, incluyendo a anticomunistas abiertos como el "escritor de la aldea" Valentin Rasputin, que idealizaba la sociedad patriarcal tradicional del Rus medieval.

Desde mediados de los años 60 en adelante, iba creciendo la brecha entre las declaraciones rituales a favor de la igualdad entre los sexos y las actitudes cada vez más machistas dentro de la sociedad soviética rusa, de arriba a abajo. Aunque cerca del 30 por ciento de los escaños de los "soviets" sumisos eran asignados automáticamente a mujeres, ninguna mujer ejercía verdadero poder politico. Ninguna mujer formó parte del Politburó – la instancia gobernante suprema – en los 18 años del régimen de Breznev. Esta falta de autoridad de las mujeres en la cúspide de la sociedad soviética se reproducía en su base, en la vida familiar cotidiana. No era de ninguna manera excepcional ser golpeada por el marido borracho. La embriaguez era la razón citada con mayor frecuencia por las mujeres divorciadas como causa de la disolución de su matrimonio.

Si algunas mujeres rusas sufrían maltrato fisico, casi todas eran oprimidas por la desigual división del trabajo dentro del matrimonio. Mientras que las mujeres casadas de Alemania Oriental hacían tres cuartas partes del trabajo doméstico después de trabajar todo el dia en una fábrica o oficina, sus hermanas rusas hacían cerca del 100 por ciento bajo condiciones económicas mucho más primitivas. Por ejemplo, había pocas lavanderias públicas eficientes. El hecho de que la burocracia no invirtiera en una red de distribución eficiente, junto a los precios arbitrarios de los bienes de consumo, hacia que los compradores (principalmente mujeres) pasaran horas haciendo cola para adquirir artículos básicos.

La "doble carga" soportada por las mujeres soviéticas era rutinariamente reconocida y denunciada en las publicaciones oficiales, incluso en la época anterior al glasnost. Tres académicas soviéticas escribían en 1978: "Estudios sociológicos realizados en nuestro pais revelan la relativa persistencia de este viejo y patriarcal punto de vista sobre la distribución de los deberes familiares" (de la compilación Women, Work and the Family in the Soviet Union de Gail Warshofsky Lapidus [1982]).

Pero dichos puntos de vista patriarcales no eran sólo una "persistencia" de la época zarista. Reflejaban el viciado clima sociopolitico del estalinismo soviético en su decadencia terminal – la identificación del "socialismo" con un estado fuerte centrado en la nacionalidad rusa, la creciente "respetabilidad" del chauvinismo granruso, el nivel creciente de antisemitismo, la generalizada y frecuentemente histérica hostilidad hacia la homosexualidad (que entre los hombres estaba sujeta a proceso criminal).

Las mujeres rusas trataban de aligerar su "doble carga" de la única forma que podian (en ausencia de una révolución política): teniendo menos hijos. Para los años 70, el crecimiento de las poblaciones rusa y ucraniana (con matrimonios frecuentes entre sí) era muy bajo, lo que preocupaba mucho a la oligarquía del Kremlin. En la segunda mitad de la época de Breznev y al principio de la de Gorbachov, la discusión en la burocracia y la intelligentsia oficial sobre la cuestión de la mujer estaba dominada por el llamado ''problema demográfico". La opinión de que la participación de la mujer en la producción social perjudicaba sus deberes como madre, se convirtió en un punto clave de la perestroika de Gorbachov.

No había en realidad ningún problema demográfico desde el punto de vista de las necesidades objetivas de la URSS y su economía. La idea de que existía tal problema sólo revélaba los prejuicios chauvinistas granrusos de los líderes del Kremlin. Las áreas rurales del Asia Central de habla túrquica [los idiomas túrquicos pértenecen a la misma familia lingüística que el turco] – las regiones más pobres de la URSS – sufrían de sobrepóblación.

El griterio acerca del "problema demográfico" puso de manifiesto la falta de integración entre los pueblos túrquicos y eslavos de la Unión Soviética. Esto lo demostró la relación entre la tasa de natalidad y la participación de la mujer en la fuerza de trabajo industrial. Para finales de los años 70 la familia con un solo hijo se había convertido en la norma para los rusos y ucranianos en zonas urbanas, mientras que cuatro o más hijos eran lo común entre los uzbeks y tadjiks, incluso los que vivían en áreas urbanas. Las mujeres formaban un poco más de la mitad de la fuerza laboral industrial en la república rusa y Ucrania, mientras que en las repúblicas de Asia Central la proporción era del 40 por ciento (y muchas de las trabajadoras eran eslavas en grandes ciudades como Tashkent y Samarkand).

Un gobierno auténticamente socialista en la Unión Soviética hubiera fomentado una emigración masiva de las regiones rurales de Asia Central a las regiones de la Rusia europea, Ucrania y Siberia donde había falta de mano de obra. Y aún más importantes que las ventajas económicas de tal programa habrian sido sus efectos sociales. La presencia de cientos de miles de jóvenes uzbeks y tadjiks, especialmente mujeres, en Leningrado, Kiev y Vladivostok hubiera constituido un obstáculo al resurgimiento del tradicionalismo islámico y alentado los matrimonios mixtos entre los varios pueblos soviéticos.

Pero no se adoptó esta política. Según el censo de 1989, había únicamente 250 mil miembros de las cuatro nacionalidades centroasiáticas más numerosas – uzbeks, tadjiks, turcomanos y kirghizes – en la vasta república rusa, incluida Siberia. El hecho de que no se dio una solución progresista al problema combinado de la escasez de mano de obra en las repúblicas eslavas y la sobrepoblación en el Asia Central rural pronto condujo a consecuencias reaccionarias, especialmente para las mujeres, a lo largo de la Unión Soviética.

La perestroika de Gorbachov: Preludio a la contrarrevolución capitalista

Desde el comienzo de los planes quinquenales, el desarrollo económico soviético estuvo basado en el crecimiento extensivo. Se Construían nuevas fábricas y otras instalaciones productivas, obteniendo la mano de obra requerida para su funcionamiento de la población excedente de las regiones rurales de Rusia y Ucrania. Con el descenso de la tasa de natalidad en las repúblicas eslavas, a mediados de los años 70 la economiá soviética estaba sufriendo una aguda escasez de mano de obra y la tasa de crecimiento descendió a niveles muy bajos. El régimen de Breznev y sus economistas proclamaron la necesidad de orientarse hacia el crecimiento intensivo mediante el reequipamiento de las émpresas existentes y el aumento de la productividad del trabajo.

En los años 30 Trotsky predijo que la burocraciá del Kremlin llegaria a un callejón sin salida en la economía cuando fuera necesario cambiar de los toscos aumentos cuantitativos al mejoramiento en la calidad, del crecimiento extensivo al intensivo. El Programa de Transición de la IV Internacional (1938) llama por "¡Revisión, de pies a cabeza, de la economia planificada en interés de los productores y los consumidores!"

Sin embargo, el nuevo régimen de Mijaíl Gorbachov, que asumió el poder en 1985, trató de reestimular la economía soviética mediante "reformas" orientadas al mercado, es decir, la aplicación selectiva de normas capitalistas dentro del sistema colectivizado. Los salarios se ajustarián a la rentabilidad de la empresa, los gerentes tendrian el derecho de despedir a los obreros "sobrantes", las empresas no rentables serian cerradas y se introduciría por primera vez en muchas décadas una dosis de desempleo en la economfa soviética. Serian principalmente las mujeres las designadas a perder el trabajo, y se esperaba que ellas dedicaran sus energías a criar más hijos.

Gorbachov era mucho mejor visto entre los radicales occidentales, incluyendo las feministas, que sus predecesores. Sin embargo, en su libro de 1987, La perestroika, se adelantó a la campaña de la derecha norteamericana a favor de los ''valores familiares". Veia el "debilitamiento de los lazos familiares, y la actitud negligente hacia las responsabilidades familiares, como un resultado paradójico de nuestro sincero y políticamente justificado deseo de hacer a las mujeres iguales a los hombres en todo." Este, el más "liberal" de los estalinistas, llamaba a que "las mujeres vuelvan a su misión puramente femenina."

La economista de izquierda norteamericana Judith Shapiro, una ex partidaria de nuestra tendencia, señaló el vínculo orgánico entre el programa, orientado al mercado, de una "fuerza laboral industrial reducida" y la versión rusa de los ''valores familiares". Citó a Tatyana Zaslavskaya, una prominente ideóloga de la perestroika y asesora de Gorbachov:

"Parecería que el alto nivel de empleo entre las mujeres en la producción social está socialmente injustificado. Ha tenido un efecto negativo tanto en la tasa de natalidad como en la crianza de los hijos... la familia con un solo hijo se está convirtiendo en el modelo prevaleciente, lo cual ni siquiera garantiza que la población se reproduzca a sí misma."
– citado en Mary Buckley (comp.), Perestroika and Soviet Women (1992)

Esta declaración demuestra un punto de vista implícito de nacionalismo ruso. Zaslavskaya únicamente podía estar refiriéndose a la población eslava de la URSS, ya que la población túrquica tenía una tasa de crecimiento alta. Si un asesor del presidente norteamericano expresara preocupación de que la población blanca no tuviera una tasa de crecimiento positiva o un diputado en Alemania hablara a favor de una mayor tasa de natalidad entre los alemanes, los izquierdistas de estos paises gritarian que eso es racismo. Sin embargo, Gorbachov, Zaslavskaya y la pandilla de la perestroika en un principio eran halagados por la mayoria de los izquierdistas occidentales, que luego orientaron su entusiasmo hacia fuerzas políticas aún más reaccionarias como Yeltsin y los diversos secesionistas nacionalistas antisoviéticos.

A pesar de la campaña propagandística para glorificar la maternidad y la crianza, las mujeres soviéticas no se la tragaron. Un sondeo de opinión en 1989 indicaba que sólo el 20 por ciento de las mujeres soviéticas renunciarian a sus empleos aunque pudieran prescindir de sus salarios. Esto es aún más significativo puesto que la masa de las mujeres soviéticas en la URSS desempeñaba los trabajos más intensivos, agotadores, tediosos y peor pagados. Pero la lógica de la proclamada "transición hacia una economía de mercado" era hacer regresar a las mujeres a la familia, quisieran o no. Después del día del Año Nuevo de 1988, cuando se eliminó la planificación central y fue remplazada con el "autofinanciamiento" de las empresas, los gerentes saquearon la propiedad estatal que se les había confiado. Los suministros industriales eran desviados al mercado negro, y los articulos de consumo sólo podían encontrarse en las recién legalizadas tiendas privadas a precios exorbitantes.

Los gerentes de las empresas utilizaron también su nueva libertad de usar las reglas del mercado para deshacerse de obreros "sobrantes", casi siempre mujeres. En 1988, una carta a la prensa, del centro textil de Ivanovo – conocido como la "ciudad de las mujeres solteras" – puso al descubierto la verdadera cara de la perestroika:

"Hay muchas mujeres jóvenes con hijos pequeños en nuestro colectivo. La mayoría de ellas preferiríá trabajar a tiempo parcial, pero la gerencia no quiere eso...
La gerencia simplemente nos está obligando a renunciar. El director inclusive dijo que, 'Han convertido el lugar en una guardería infantil – podemos prescindir de ese tipo de trabajadoras.'"
-citado en Linda Edmondson (comp.), Women and Society in Russia and the Soviet Union (1992)

Sin embargo, Gorbachov no se atrevió a imponer despidos masivos, cerrar grandes empresas o eliminar todos los controles de los precios, por temor a detonar un estallido social. Fue acusado de recurrir a "medias medidas" por Boris Yeltsin, antiguo lugarteniente de Gorbachov, quien en 1989-90 emergió como el lider de las fuerzas abiertamente a favor de la restauración capitalista. Con la toma del poder por Yeltsin en agosto de 1991, tras un fallido golpe de conservadores del Kremlin, se marcó la llegada al mando de la contrarrevolución capitalista en Rusia y la disolución de la URSS en regímenes nacionalistas mutuamente hostiles.

A partir de entonces las cosas han ido de mal en peor. El día del Año Nuevo de 1992 el régimen de Yeltsin, para demostrar a sus padrinos imperialistas su compromiso con el "libre mercado", cuadruplicó el precio de la mayoria de los artículos de consumo y los servicios. Sectores enteros de la población – jubilados, madres solteras, familias numerosas, minusválidos – han sido arrojados a la pobreza extrema. El caos económico detonado por la perestroika de Gorbachov se intensificó bajo Yeltsin, con el saqueo y la descomposición de la economía industrial. Con el rublo prácticamente sin valor, los nuevos magnates del pillaje de Rusia están haciendo contrabando, hacia Occidente, con diversos productos (desde metales preciosos hasta armamento), y depositando las ganancias en cuentas bancarias en Suiza. La producción manufacturera, que cayó el 20 por ciento en 1992, está ahora cayendo en picada.

En el centro textil de Ivanovo, con su fuerza laboral predominantemente femenina, la producción se ha reducido a la mitad, los almacenes están vacíos y el algodón sin procesar no se consigue debido a la desorganización del sistema de transporte y la guerra civil en Tadjikistán. Miles de obreras, aunque formalmente todavía tienen empleo, se encuentran en ''cacaciones forzadas", tratando de sobrevivir con el 20 por ciento de sus ingresos normales bajo una hiperinflación que ¡ya se acerca al 50 por ciento mensual!

Una situación tan desesperada como esta puede fácilmente provocar un estallido social. Sin embargo, un levantamiento popular contra la miseria causada por el "libre mercado" podría ser explotada y dirigida por los demagogos nacionalistas reaccionarios, que llaman por un estado ruso fuerte que no esté subordinado a las potencias occidentales. La clase obrera multinacional en Rusia sólo puede parar los estragos de la restauración capitalista mediante el aplastamiento del naciente estado burgués de Yeltsin y el retorno a los principios del poder político y el internacionalismo proletarios de la Revolución de Octubre. Como escribimos en "Cómo fue estrangulado el estado obrero soviético": "Sólo como parte de la lucha por reforjar un verdadero partido mundial de la revolución socialista pueden los obreros de la antigua URSS cohesionar el liderazgo que necesitan para acabar con los grotescos horrores que ahora confrontan" (Espartaco No. 4, primavera de 1993).

En las repúblicas no rusas de la antigua URSS, los devastadores efectos económicos de la contrarrevolución capitalista sobre las mujeres son reforzados por el programa descaradamente patriarcal de los partidos nacionalistas que dominan el escenario. Hace unos años las mujeres que apoyaban al Sajudis lituano dijeron a la académica feminista británica Mary Buckley que participar en la polftica era papel de los hombres, mientras el de ellas era "mantener bonita la casa" en una nueva Lituania independiente.

Con la llegada de la independencia después de agosto de 1991, las mujeres lituanas tuvieron que quedarse en casa les gustase o no. Pero sus casas estaban lejos de ser bonitas. En ellas se pasaba mucho frío por falta de petróleo para la calefacción y las despensas estaban vacías, ya que el insensato aislacionismo nacional del régimen de Sajudis produjo el derrumbe total de la economía. Los votantes lituanos luego echaron al Sajudis del poder y lo reemplazaron con el antiguo Partido Comunista, convertido ahora en socialdemócrata, el cual prometió restablecer estrechos lazos económicos con Rusia.

Un prominente ideólogo nacionalista de Ucrania ha reprendido a las mujeres ucranianas modernas por preferir la música rack a las canciones de cuna folklóricas. Todos los nacionalistas anticomunistas en Europa Oriental son anticosmopolitas. La autoproclamada misión del Sajudis y el Ruj de Ucrania es depurar a los pueblos lituano y ucraniano de todos los elementos de la cultura soviética que recientemente compartían, la cual se había abierto a influencias culturales de todo el mundo. Tanto a los nacionalistas derechistas ucranianos como a los nativistas fascistas rusos de Pamyat les horroriza que la juventud de sus países aprecie e imite la música rock, ya que esto hace añicos el mito de la singularidad del alma eslava resistente a los cantos de sirena del "hedonisnio" occidental. Nos viene a la memoria el odioso rechazo de Hitler al jazz norteamericano porque lo consideraba "música decadente de los negros" (empleando un término racista para los negros).

Hace algunos años las feministas-nacionalistas ucranianas pidieron al Ruj que "rechazara los valores patriarcales del pasado, para luchar por una verdadera igualdad entre la mujer y el hombre en la sociedad, en la protección del hogar, la crianza de los hijos y en las actividades politicas y sociales" (citado en Perestroika and Soviet Women). Esto es como pedirle al Ku Klux Klan norteamericano que rechace el racismo y respete los derechos democráticos y la igualdad social de los negros. Todos los nuevos movimientos nacionalistas de Europa Oriental son ferozmente patriarcales. Todos consideran que el papel de la mujer es no sólo maximizar la descendencia del sagrado estado-nación, sino inculcar a sus hijos las viejas tradiciones nacionales y religiosas heredadas de la época feudal y prefeudal.

El progreso social y el tradicionalismo islámico en el Asia Central soviética

En ninguna parte de la antigua Unión Soviética está la contrarrevolución capitalista más directa e inmediatamente vinculada a la degradación de las mujeres que en el Asia Central. En esa región, la Revolución Bolchevique, aun en su degeneración estalinista, liberó a la mujer de las más espantosas formas de opresión simbolizadas por el paranja, un velo que cubre todo el cuerpo con sólo una rendija para ver o respirar. El kalim, o precio de la novia, era una práctica casi universal. La mujer estaba atada, muchas veces desde la infancia, al esposo que pudiera pagar el precio impuesto por el padre. Si huía podía ser perseguida como un criminal y castigada por el esposo y el clan de éste. Una esposa fugitiva podía ser castigada rompiéndole las piernas o aplicándole otras torturas bárbaras. Si tan sólo se sospechara que una mujer era infiel, el castigo era marcarle los genitales con hierro candente.

A principios de los años 20 el gobierno soviético lanzó una extensa campaña para emancipar a las mujeres de Asia Central y Azerbaiyán de las terribles condiciones englobadas y promovidas por el tradicionalismo islámico. La agencia principal para este trabajo era el Zhenotdel – el Departamento de Mujeres Obreras y Campesinas del Partido Comunista. Medio siglo después, una veterana azerí del Zhenotdel en Baku relata con orgullo: "Sentíamos que estábamos llevando la luz a las mujeres. Eramos 'soldados cultúrales' luchando en el frente de una verdadera guerra. Eramos soldados que teníamos que llevar la luz a la oscuridad. Nosotros liberamos a las mujeres" (citado en Mary Buckley, Women and Ideology in the Soviet Union [1989]).

El término "soldados culturales" no es sólo una expresión. Esas militantes comunistas se arriesgaban a morir de forma horrible. De manera que el hallazgo de numerosos cuerpos desmembrados de organizadoras del Zhenotdel, obligó finalmente al gobierno soviético a reimponer la pena de muerte en los casos de asesinatos explícitamente "anti-feministas" por considerarlos crímenes contrarrevolucionarios. Guerrilleros tribalistas y tradicionalistas llamados los basmachi (parecidos a los actuales muyajedin afganos) aterrorizaban a las mujeres que no llevában el velo en Asia Central, hasta que fueron suprimidos por el Ejército Rojo a principios de los años treinta.

Aunque Stalin liquidó el Zhenotdel en 1934, se siguió haciendo un trabajo especial entre las mujeres musulmanas de las repúblicas de Asia Central. Esto era no porque el "Gran Timonel" sintiera una misión interior por liberar a las mujeres del Este. Esto más bien reflejaba las necesidades vitales de la economía colectivizada de la Unión Soviética. Para que las mujeres túrquicas pudieran operar en las nuevas fábricas textiles construidas durante los primeros planes quinquenales, tenían que despojarse del velo y lograr cierta independencia de sus maridos.

Trotsky reconoció el estrecho lazo entre la construcción económica y el progreso social en las regiones atrasadas de la URSS, a pesar de que ámbas cosas estaban deformadas por el parasitismo burocrático estalinista:

"Es cierto que la burocracia continúa cumpliendo en estos dos dominios cierto trabajo progresista, aunque con enormes gastos generales. Esto se relaciona, sobre todo, con las nacionalidades atrasadas de la URSS, que deben pasar necesariamente por un período más o menos largo de empréstitos, de imitaciones y de asimilación. La burocracia les construye un puente hacia los beneficios elementales de la cultura burguesa y, particularmente, preburguesa."
-La revolución traicionada (1937)

En Asia Central, el carácter contradictorio del estado obrero burocráticamente degenerado de la URSS produjo una aguda dicotomía entre las zonas urbanas y rurales. Las principales ciudades, como Tashkent en Uzbekistán y Leninabad en Tadjikistán, se volvieron bastante europeizadas. Atrajeron a un gran número de inmigrantes eslavos y judíos, y constituían un crisol para las diversas nacionalidades centroasiáticas. Las mujeres andaban sin velo y muchas usaban vestimenta occidental, participando libremente en la vida pública. Hasta la académica firmemente anticomunista Martha Brill Olcott reconocia:

"Una mujer nacida en un entorno urbano [en Asia Central] puede esperar recibir virtualmente la misma educación que un varón... Las mujeres son iguales a los hombres ante la ley, y existe presencia femenina, por lo menos simbólica, en todas las esferas de la vida pública."
– en William Fierman (coord.), Soviet Central Asia: The Failed Transformation (1991)

Aunque el 45 por ciento de la población total del Asia Central soviética vive en las ciudades, la mayoría de los pueblos autóctonos vive en áreas rurales. También se hicieron avances en la emancipación de la mujer en el campo – vinculadas económicamente a la producción de algodón en las granjas colectivas. En la mayoría de las regiónes rurales pocas veces se veía el velo. Pero las prácticas islámicas y la fidelidad al clan seguían presentes como una corriente subyacente en la sociedad centro-asiática.

La experiencia del Asia Central soviética demuestra la importancia absolutamente crítica de la industrialización, incluso en un entorno rural, para la emancipación de la mujer en las sociedades patriarcales tradicionales. El etnógrafo soviético Serguei Polyakov realizó un estudio de dos aldeas en el norte de Tadjikistán. En la primera, cientos de mujeres trabajaban en una fábrica de alfombras local, así como en talleres textiles artesanales. En esa aldea las mujeres aparecian en público sin cubrirse la cara o la cabeza, y las chicas y chicos adolescentes salían juntos. En la segunda aldea, donde las mujeres se dedicaban únicamente a la agricultura, se cubrían la cara, y la cabeza, no hablaban con los hombres en publico ni salían sin que alguien las acompañara, y las niñas eran excluidas de las actividades que se realizaban fuera de horas de clase.

Sin embargo, el gobierno de la Unión Soviética no contaba con los recursos para construir fábricas en todas las aldeas tadjjks o uzbeks, aunque lo hubiera querido. La emancipación de la mujer musulmana en el Asia Central rural era posible únicamente sobre la base socio-económica de la URSS en su conjunto: mediante la emigración en gran escala y la interpenetración de los pueblos soviéticos.

Durante la era de Breznev, en el Asia Central soviética hubo un deterioro gradual en la posición de la mujer. Costumbres profundamente arraigadas, tales como los matqmonios arreglados y el precio de la novia, no podían erradicarse sólo con medios legales o administrativos. Esto requeriría la movilización politica activa de fuerzas progresistas dentro de la sociedad, que había disminuido desde la época de Jruschov. Las adolescentes que se enfrenten a matrimonios forzados deben poder acudir a una fuerte organización de mujeres apoyada por las autoridades estatales. Los hombres que compraran a sus esposas deberían sentir la presión social hostil de sus compañeros, por ejemplo, armándoles un escándalo en el boletín de la fábrica o la granja colectiva donde trabajaran.

Sin embargo, el régimen de Breznev desalentó todo tipo de movilización política, por temor a perturbar el orden burocrático. La rama centroasiática de la burocracia, que estableció el estándar de la corrupción en la URSS, permitió el resurgimiento del tradicionalismo islámico a nivel del hogar, mientras no desafiara sus sinecuras políticos y su riqueza ilícita. Para apaciguar a los mulahs, desviaba ilegalmente fondos del gobierno para construir mezquitas y "casas de té", que servían como mezquitas extraoficiales. William Fierman, un experto norteamericano sobre el Asia Central soviética, ha escrito: "A pesar de la continuación de la propaganda antirreligiosa bajo Breznev, el régimen también toleraba el extenso uso de muchas prácticas popularmente asociadas con el islam."

Algunas de estas prácticas, tales como la circuncisión masculina, el uso de sudario en vez de ataúd en los entierros, y el no comer carne de puerco, reflejan sencillamente la diversidad de las culturas humanas. Pero otras prácticas asociadas con el islam – tales como el matrimonio forzado de muchachas adolescentes – son fundamentalmente opresivas y no deben ser toleradas. La legislación soviética prohibía el matrimonio dé las adolescentes menores de 16 años. Sin embargo, en muchos casos esta prohibición se eludía mediante una ceremonia religiosa y esperando hasta que naciera un hijo, de preferencia varón, para registrar el matrimonio ante las autoridades civiles.

Puesto que la corrupta burocracia estalinista se hacia de la vista gorda en lo concerniente a sus derechos legales democráticos, las mujeres musulmanas recurrían al suicidio – con frecuencia por el tradicional método de la autoinmolación – para evitar un matrimonio forzado o escapar de un marido abusivo. En el espíritu del glasnost, el gobierno de Uzbekistán reconoció que entre 1987 y 1989 hubo casi 900 de esas autoinmolaciones. En 1987 Komsomolskaya Pravda, el periódico del grupo juvenil del Partido Comunista de la Unión Soviética, informaba sobre la razón por la que tantas mujeres centroasiáticas eran empujadas al suicidio:

El padre de una chica no la dejaba ir a la escuela y ella no podía soportar eso. Los parientes de otra chica, con quienes ella vivía, trataron de forzarla a que se casara. Una tercera fue golpeada por su marido, los parientes de él se burlaban de ella y no veía ninguna salida..."
-citado en Women Against Fundamentalism No. 3, 1992

También se citaban casos de padres que dieron muerte a hijas desobedientes.

Al mismo tiempo, debe hacerse hincapié en que los hombres centroasiáticos secularizados, que habían roto con la tradición islámica, eran generalmente más progresistas hacia las mujeres que el típico hombre ruso. Hace unos años, mujeres eslavas que se habían casado con  hombres uzbeks o tadjiks en Tashkent dijeron al geógrafo norteamericano Ronald Wixman que sus maridos, a diferencia de muchos hombres rusos, nunca se emborrachaban ni las golpeaban a ellas ni a sus hijos. Sin embargo, la minoría de hombres y mujeres centroasiáticos cosmopolitas secularizados estaba a punto de ser el blanco de los ataques del fundamentalismo islámico renaciente, alentado por el régimen "liberal" de Gorbachov.

La batalla por el Asia Central

En una conferencia de mujeres de toda la URSS en Moscú en 1987, G.B. Bobosadikova, una secretaria del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética en Tadjikistán, denunció la "indiferencia y concesiones a los vestigios del pasado" y llamó a que se aumentara la "propaganda y educación ateas". Además de dicha propaganda y educación, se necesitaban claramente firmes medidas para reintroducir entre los patriarcas musulmanes el respeto a las leyes soviéticas que protegían los derechos democráticos de la mujer. Sin embargo, sucedió exactamente lo contrario. La actitud de vivir y dejar vivir del régimen de Breznev condujo a la conciliación activa de la reacción religiosa bajo Gorbachov – la Iglesia Ortodoxa cristiana en las repúblicas eslavas, el islam en Asia Central. El fundamentalismo antisoviético militante era de ese modo tolerado por el gobierno a la vez que era alimentado, en parte, por la mentalidad arrogante y colonialista de los más recientes inmigrantes rusos. (La generación más vieja de europeos en Asia Central – muchos de ellos forzados al exilio por Stalin – eran generalmente más respetuosos hacia sus vecinos y conciudadanos túrquicos y tadjiks.)

En 1990 áutoproclamados ''wajabitas'' en la Universidad de Samarkand amenazaron con matar a toda estudiante con vestimenta occidental que asistiera a la manifestación del Primero de Mayo. El mismo año, durante los disturbios antigubernamentales en la capital de Tadjikistán, testigos oculares informaron que las mujeres con vestimenta occidental fueron violadas. El fundamentalista Partido del Renacimiento Islámico emergió de la clandestinidad para desafiar a los regímenes estalinistas en Uzbekistán y Tadjikistán.

Cuando se disolvió la URSS después de agosto de 1991, las camarillas gobernantes en Asia Central estaban suficientemente bien atrincheradas para retener el poder político. Renunciaron inmediatamente al comunismo y se declararon a favor de un estado "laico" de orientación occidental al estilo del de Turquía. La Turquía de Ozal, país miembro de la OTAN cuyo idioma está emparentado a los de la mayoría de las nacionalidades centroasiáticas, se ha convertido en la principal agencia de la intervención imperialista en la región. A la vez, el régimen de Ankara compite por influencia con Arabia Saudita y el Irán jomeiniísta, que están respaldando a las oposiciones fundamentalistas.

Apesar de que las mafias de los viejos estalinistas se quedaron con los ministerios del gobierno, el fundamentalismo está en ascenso en la base de los estados burgueses nacientes de Asia Central. Por primera vez en décadas, algunas niñas uzbekas en las escuelas de Tashkent – la ciudad más europeizada de la región – que antes vestían ropa occidental, visten ahora el manto blanco de la cabeza a los pies, como símbolo de la "modestia" islámica. En el valle de Fergana en Uzbekistán – el centro algodonero de Asia Central – pandillas fundamentalistas.