Malvinas/Falklands: ¡Abajo Thatcher!, ¡Abajo Galtieri!
Una importante polémica histórica sobre la posición de Moreno y la izquierda argentina en la guerra de las Malvinas. Una defensa de una posición derrotista en ambos lados.

¡El enemigo principal está en el propio país!
de Spartacist numero 11, diciembre de 1982
Para Margaret Thatcher, la "dama de hierro y sangre" del No. 10 de Downing Street, es una guerrita bonita en el Atlántico Sur. Con el imperio en ruinas, económicamente decaído a un nivel de vida por debajo del de Alemania Oriental e incapaz de ganar siquiera la guerra del bacalao con Islandia, esta era la oportunidad de reafirmar que "Britania es la reina de los mares". Repercutiría favorablemente en las urnas (donde los Tories ocupaban un pobre tercer lugar) y distraería la atención pública del 12,5 por ciento de cesantía, posibilitando la permanencia de los conservadores en el poder y poniendo a los laboristas en apuros mientras el arrebato patriotero cundía en el país. De tal suerte que envió una armada de cien naves (cierto que más de la mitad de éstas eran buques cargueros de la marina mercante, remolcadores y vapores de lujo remendados), brindando al Príncipe Andrew la oportunidad de prestar servicio en el "frente" y ocasión para izar de nuevo la Union Jack a los acordes victorianos de "God Save the Queen".
Porque, en honor a los principios, toda agresión armada debe castigarse (a menos que se trate de su propia agresión, naturalmente, como en el caso de Suez). Los altivos ingleses están llenos de principios. Tales como el "juego limpio". En las Malvinas/Falklands declararon una zona de guerra alrededor de las islas, luego hundieron un crucero argentino cargado de tropas, el General Belgrano, que se encontraba fuera del límite de 200 millas impuesto por ellos, perdiéndose centenares de vidas. Y están dispuestos a sacrificar miles de vidas más en nombre del derecho a la "autodeterminación'" de los 1.800 "kelpers" (para no mencionar las 650.000 ovejas y la mayor colonia de pingüinos del mundo), la población local, la mayoría prácticamente esclavos de la Falkland Islands Company. Ella simplemente "defendía la democracia" contra la tiranía, dijo Thatcher, quien nunca antes prestó atención cuando Gran Bretaña entregó armas a la junta militar argentina que asesinaba decenas de miles de izquierdistas en su guerra contra el comunismo. Y ahora que el cuerpo expedicionario de Su Majestad está listo para el asalto final sobre Port Stanley, la primer ministro británica declara que la palabra "magnanimidad" no existe en su vocabulario y ordena a sus comandantes que saquen a los "Argies" de "nuestra isla" y los arrojen al mar. Pero esto podría resultar menos fácil de lo que muchos ingleses se imaginan. Podría darse una lucha encarnizada que haría tambalear tanto a la junta de Galtieri como al gobierno de la Thatcher.
Para Ronald Reagan, esta guerra desquiciada en el fin del mundo se está convirtiendo en un desastre total. El general Haig se quejaba de que en este conflicto están más en juego los intereses norteamericanos que los de los dos países en guerra; el Wall Street Journal lamentaba que los únicos que salían ganando eran los rusos. Apenas ayer, los regímenes reaccionarios de Londres y Buenos Aires eran dos de los más fieles aliados de Washington en la guerra santa del "mundo libre" contra los soviéticos. (La Gran Bretaña y Argentina estuvieron entre los pocos países que enviaron observadores a prestar apariencia de legitimidad al show de "elecciones" fraudulentas montado por los EE. UU. en El Salvador en marzo pasado.) Pero cuando el jefe imperialista telefoneó al jefe de la junta Galtieri para pedirle que no tomara las Malvinas/Falklands, Reagan recibió una negativa rotunda; un mes después cuando llamó a Thatcher, rogándole encarecidamente la moderación en el triunfo, de nuevo la respuesta fue "no". La diplomacia "ida y vuelta" de Haig no hizo sino evidenciar la impotencia de los imperialistas yanquis.
No obstante la preocupación de la embajadora de los EE.UU. ante la ONU, Jearie Kirkpatrick, por las sensibilidades de los dictadores latinoamericanos "moderadamente autoritarios", Reagan y Haig en última instancia se vieron forzados a tomar partido por Inglaterra; debido a la "relación especial" que los une a su aliado de la OTAN, contra su socio menor Argentina, país que ha buscado convertirse en el principal gendarme del imperialismo norteamericano en América Latina. El resultado fue una condena continental que iba desde la Cuba de Castro y la Nicaragua sandinista hasta las juntas militares de Chile, Brasil e incluso de El Salvador. Cuando el "ministerio yanqui de colonias", la OEA, trató de invocar la versión moderna de la Doctrina Monroe – el Tratado de Río (TIAR) de 1947 – contra la agresión por una potencia extracontinental (Gran Bretaña), Haig la desechó, considerándola "de poca relevancia". Es cierto que la caterva de asesinos y oligarcas que gobiernan la mayor parte de la región son notoriamente volubles, pero si Argentina sufre una derrota sangrienta podría desatar una furia nacionalista contra la "perfidia anglosajona" haciendo mucho más costosa la intervención unilateral de los EE. UU. en Centroamérica.
Para el general Galtieri, la "recuperación" de las Malvinas/Falklands comenzó como un caso clásico de un régimen despótico buscando alivio de problemas internos mediante una aventura extranjera. Como resultado directo de la política económica de la junta militar, el país se encuentra en la peor depresión de su historia. Por seis años consecutivos ha sufrido la inflación más alta del planeta (130 por ciento en 1981), la industria trabaja al 50 por ciento de su capacidad y la desocupación aumenta enormemente. Aún hervía la indignación popular por los "desaparecidos", las 30.000 víctimas de la "guerra sucia" de terror de los militares contra izquierdistas y peronistas. La oposición masiva a la dictadura crecía, y el 30 de marzo 15.000 obreros fueron reprimidos brutalmente cuando intentaban protestar en la Plaza de Mayo frente al palacio presidencial. Tres días más tarde comandos argentinos tomaban las Malvlnás/Falklands.
Como distracción dió resultado. Terminaron las manifestaciones obreras y se propagó el fervor patriótico. Pero el cálculo de fondo tras la aventura militar falló de mala manera. Galtieri se figuraba que a cambio de los servicios prestados en Centroamérica (los asesores argentinos que auxilian a los terroristas contrarrevolucionarios nicaragüenses y a los tropas de la junta salvadoreña), Reagan le permitiría tomar las islas y contendría al decrépito león británico en aras de la unidad anticomunista. Cuando esta ilusión se evaporó, los generales y almirantes argentinos pelearon una guerra poco seria con la esperanza de ganar tiempo para, ejercer presión diplomática. La fuerza aérea argentina puso fuera de combate a varios barcos ingleses (en forma espectacular a los destructores Sheffield y Antelope), el ejército apenas contuvo el avance de los comandos británicos y la marina buscó refugio en la costa patagónica. Mas ahora que encaran la derrota inminente, a la junta lo que le preocupa es el frente interno. Si los ponen a la fuga en las Malvinas/Falklands, podría provocar el estallido en Buenos Aires.
En un mundo racional, no habría razón alguna para que Gran Bretaña, Argentina o cualquier otro país tuviera soberanía sobre las Malvinas/Falklands. Los isleños serían libres para pescar, criar ovejas y hospedar la expedición científicá ocasional. Los argentinos podrían emigrar allí, si así quisieran. Pero no vivimos en un mundo racional. Desde luego, 1.815 ovejeros no constituyen un pueblo con el derecho de autodeterminación. Y la ambigua cuestión anticolonial en la disputa en torno a las Malvinas/ Falklands, por lo general se presenta en forma equivocada. Ni tampoco se trata de la autodeterminación argentina. A lo largo de los océanos Atlántico, Pacífico e Indico, hay cientos de islotes poco o prácticamente no poblados, que en una época sirvieron de estaciones carboníferas, fondeaderos seguros y puntos de arranque que cambiaron de dueño según se alteraba el poderío de los países imperialistas. A medida que decaían los imperios, las potencias locales desarrollaron sus propias ambiciones. Hoy através del mundo, desde las Malvinas/Falklands hasta las Maldivas o el Timor Oriental, las poblaciones nativas deben preguntarse cuales tropas aparecerán mañana en sus playas.
La tendencia espártaquista internacional (TEI) ha dicho desde el inicio de esta guerra ridícula que "los socialistas revolucionarios no podemos sino esperar con ansia el espectáculo de estos dos odiados regímenes derechistas hundiéndo sus respectivas flotas en alta mar". Mientras los social patriotas se envolvían en sus respectivas banderas nacionales y los pacifistas retorciéndose las manos pedían "alto a la guerra", la TEI propugnaba la política trotskista-leninista del derrotismo revolucionario en ambos bandos, señalando las oportunidades tremendas que ofrecía la guerra:
"La junta carnicera argentina, que apenas unas semanas antes zozobraba en medio de protestas obreras masivas, y el aborrecido gobierno de la Thatcher, que ha llevado a la penuria al pueblo británico, pueden ser derribados como consecuencia de la derrota y la humillación en la guerra." -"Falklands, Nowhere War", Workers Vanguard No. 304, 30 de abril
Esta perspectiva se vislumbra ahora en Argentina. En la capital se respira ya una atmósfera de fin de régime. ¿Pero quién tomará el lugar de Galtieri y Cía.? ¿Un gorila militar aún más reaccionario dándose aires de héroe de la lucha por las Malvinas? ¿Un gobierno cívico-militar de "salvación nacional", para limitar el daño y preparar una "transición ordenada"? ¿Un régimen peronista que jure solemnemente llevar adelante la lucha irredentista por unos rocosos islotes inhóspitos a orillas de la Antártica?
Esto dependerá ante todo de cuán devastadora sea la derrota en las islas y qué resonancia tenga. Pero ninguno de estos posibles resultados liberará a las masas trabajacjoras argentinas de la miseria y la represión que les han afligido durante años, ni pondrá un fin revolucionario al ciclo del populismo peronista y las dictaduras militares que han mantenido estancado al país por tres décadas. El elemento crucial aquí es una dirección comunista que sea capaz de nadar contra la corriente nacionalista en esta disputa absurda que de ningún modo asesta un golpe al imperialismo. Pero el internacionalismo es lo que ha brillado por su ausencia entre la izquierda argentina que casi unánimemente se ha alistado para servir en el ejército de Galtieri.
Cuando los sangrientós gobernantes argentinos proclamaban a éste como "el momento más difícil" para el país (es decir, para la burguesía) en los 170 años de independencia; cuando el paralizante predominio del nacionalismo populista del peronismo sobre las masas por fin había comenzado a debilitarse, ¡todos los seudoizquierdistas prestan juramento a los mismos carniceros que masacraron a decenas de miles de sus camaradas! Estos "socialistas" bicolores son el mayor obstáculo a la revolución obrera en Argentina hoy día.
"¡Se va a acabar la dictadura militar!"
El actual régimen militar en Argentina tomó el poder en un golpe casi incruento en marzo de 1976, al desplomarse el gobierno de la viuda del dirigente populista Juan Domingo Perón. (Los jefes militares incluso dieron un plazo de desalojo de una semana, y nada los paró.) Pero luego comenzaron a correr los ríos de sangre. El general Videla pensó evitar la mala prensa recibida por sus vecinos Pinochet y la DINA (que causara manifestaciones mundiales sobre Chile por varios años) al reprimir con menos descaro. Ya bajo el segundo régimen peronista (1973-76), escuadrones de policías y militares vestidos de paisano (conjuntamente con un sector fascistoide del gobierno peronista encabezado por ese sujeto de tipo rasputiniano detrás de "Isabelita", José López Rega) habían comenzado a asesinar sistemáticamente a los izquierdistas. Con el golpe de 1976, la "AAA" (Alianza Anticomunista Argentina) simplemente aumentó sus actividades, y los siniestros Ford Falcon empezaron a aparecer todas las noches en los barrios obreros de Buenos Aires y Córdoba. Más de 10.000 asesinatos fueron oficialmente admitidos, y el número de "desaparecidos" llegó al triple de esta cifra.
Uno de los principales propósitos de la toma del poder por los militares era quebrar al combativo movimiento obrero. (Aproximadamente el 30 por ciento de la población argentina la constituyen obreros industriales, el porcentaje más alto de América Latina, y estaban organizados en la poderosa CGT, la federación sindical más grande del continente.) Después del golpe de Videla se encarceló a cientos de dirigentes obreros, las confederaciones nacionales fueron disueltas y las secciones sindicales al nivel local "intervenidas" por los militares. Los salarios fueron congelados y se "liberó" a los precios de todo control; como consecuencia, los ingresos reales de los trabajadores argentinos se redujeron a la mitad en menos de un año (bajando en un 61 por ciento de 1974 a 1977), un recorte feroz del nivel de vida casi sin precedentes – en Chile los salarios reales se redujeron "solamente" en un 40 por ciento después del golpe de 1973 (NACLA Report on the Americas, marzo-abril de 1979).
En la economía como en la represión, la junta pensó que podía hacerlo mejor que el Chile de Pinochet; en vez del traumático "tratamiento de choque" de los "Chicago Boys" de Milton Friedman, el ministro de economía argentino Martínez de Hoz se propuso atraer el capital extranjero y disminuir la inflación con medidas "graduales". El resultado fue catastrófico: ¡la inflación despegó al 440 por ciento en 1976 (después del golpe), para luego "estabilizar-se" alrededor de 170 por ciento anual! En vez de un diluvio de inversiones extranjeras, hubo apenas un goteo – US$125 millones en 1977 – y algunas multinacionales incluso comenzaron a retirarse (GM cerró sus plantas en 1978, afectando a 30.000 obreros; y FIAT mudó su sede de operaciones para América Latina al Brasil).
Los gobernantes militares y sus asesores económicos "librecambistas" ("loe Hatchet", Martínez de Hoz, es un Harvard boy) se las arreglaron para causar la mayor debacle económica de la historia argentina. El país fue hipotecado a Wall Street al triplicarse la deuda exterior (de US$10 mil millones en 1975 a los US$35 mil millones actuales). El número de bancarrotas llegó a niveles récord cuando bajaron drásticamente los aranceles y productos de fabricación nacional fueron eliminados por la competencia de productos extranjeros baratos. Y no sólo disminuyeron los salarios de los obreros, sino que el ingreso total per cápita argentino bajó en un 35' por ciento entre 1974 y 1979 (mientras que México aumentó en un 15 por ciento y Brasil en un 75 por ciento).
Pero a pesar de la represión y la depresión, las luchas de los trabajadores continuaron. Como ocurrió después de la "revolución libertadora" de 1955 cuando los generales derrocaron a Perón por primera vez, no pudieron destruir al movimiento obrero – sólo lo forzaron a la clandestinidad. Pocos meses después del golpe, de julio a septiembre de 1976, hubo huelgas de los obreros automotrices en Córdoba, llevando al arresto y juicio en masa de 1.000 trabajadores de la Renault. En octubre los obreros de luz y fuerza entraron en huelga, originando cientos de detenciones y sécuestros de sindicalistas. En 1977 hubo una ola de huelgas de trabajadores estatales encabezados por los ferroviarios que derrotó el plan de Martínez de Hoz de éxtraer mayores recortes salariales. Ya para 1979 las tomas de fábricas se habían iniciado de nuevo, especialmente por los sindicatos (aún ilegales) de los obreros automotrices y metalúrgicos. Y en junio de 1981 los trabajadores del automóvil se declaraban en huelga no contra las empresas sino directamente en contra de la política económica de la junta.
Al ponerse de manifiesto el fracaso del gobierno de la junta, incluso ante los ojos de sectores importantes de la burguesía argentina, el régimen militar empezó a tambalearse. El año pasado hubo tres presidentes del país (los generales Videla, Viola y Galtieri). Galtieri tomó el poder en un golpe palaciego en diciembre pasado objetando los contactos de Viola con los políticos, insistiendo que "las urnas todavía están bajo candado." Pero a las pocas semanas prometía una ley orgánica que permitiría la existencia de partidos políticos a mediados de 1982. La oposición burguesa se había juntado en la coalición Multipartidaria, dirigida por la Unión Cívica Radical conservadora y el populista Movimiento Justicialista (peronista). Pero aunque la Multipartidaria no es contraria a la retórica de la junta sobre un "proceso" (muy) gradual' de "institucionalización", el costo exigido por los militares es alto: respaldo para las medidas económicas que han saqueado al país, ninguna reducción en la represión de la izquierda y silencio sobre las masacres y los "desaparecidos".
Mientras tanto, las protestas populares siguieron creciendo a medida que las masas pusieron en claro que no estaban dispuestas a esperar la "democracia" de la junta. A mediados de marzo por las calles de Buenos Aires desfilaron numerosas manifestaciones de sindicatos y organizaciones de "derechos humanos". Con muchos titubeos, la CGT peronista convocó a una marcha a la Plaza de Mayo el 30 de marzo para protestar la política económica del régimen que provocaba despidos masivos. El gobierno respondió rodeando el centro de la ciudad con policías antimotines; luego la policía montada arremetió contra los miles de obreros y détonó bombas lacrimógenas mientras la policía secreta, blandiendo revolveres, arrollaba a la muchedumbre con sus Ford Falcon. Un total de 2.000 manifestantes fueron detenidos, incluyendo a toda la directiva de la CGT y al premio Nobel de la paz Pérez Esquivel; hubo dos muertos y montones de heridos. Al día siguiente estallaron protestas también en Mendoza y Córdoba. La CGT y la antes progubernamental CNT convocaron a una huelga general el 5 de abril para denunciar la represión.
La izquierda argentina se cuadra ante Galtieri
Mientras la manifestación del 30 de marzo era brutalmente reprimida, el eco de una de las consignas continuaba resonando: "¡Se va a acabar, la dictadura militar!" Parecía en efecto que el régimen de Galtieri agonizaba, ¿pero en qué forma acabaría? Eso depende de la dirección de las masas en lucha por derribar a los odiados milicos carniceros. De modo que Galtieri responde con su maniobra diversionista, el "Operativo Malvinas"... y toda la izquierda – peronistas, burócratas sindicales, políticos – aclamaron esta aventura absurda para demostrar su patriotismo. La Multipartidaria no sólo respaldó la toma de las islas por la junta, sino que envió a sus dirigentes a presenciar la juramentación del gobernador militar. Acompañando al general de línea dura y ministro del interior St. Jean en el avión estaban Carlos Contín de la UCR, el peronista Bittel y varios partidos menores (incluso el nacional-"socialista" Abelardo Ramos); presidentes de las asociaciones de la banca, industria y del agro; y dirigentes sindicales como Ubaldini de la CGT y Triaca de la CNT-20, algunos de los cuales apenas habían salido de la cárcel.
Por supuesto, la huelga general del 5 de abril fue cancelada. Los líderes sindicales enviaron comitivas a Europa y América Latina en busca de respaldo para la campaña de guerra de la junta. El 26 de abril la CGT y la Intersectorial llamaron a una manifestación obrera de apoyo a la toma de las Malvinas/Falklands por la junta militar. Hubo las consignas patrióticas comunes – como "el que no salta es un inglés," y de repente 10.000 personas saltaban a una. Pero ante todo, el peronisino levantó cabeza por primera vez en años, entonando la marcha de "Los muchachos peronistas". "Galtieri presta mucha atención," coreaba la multitud, "Malvinas argentinas y el pueblo de Perón." La Juventud Peronista chocó con manifestantes del Partido Comunista: que llamaban por "paz, soberanía y democracia" (Clarín, 27 de abril).
Los cálculos de los partidos burgueses eran transparentes. Contaban con que una ocupación exitosa de las islas cubriría de prestigio a los militares, permitiéndoles retirarse a los cuarteles "con la cabeza en alto" (en lugar de humillados por el desastre económico). Así son los sueños de los que quieren "reformar" la junta militar. Mucho más probable es que hubiera revitalizado a una dictadura a punto del colapso. Particularmente entusiasmados con el "Operativo Malvinas" estuvieron los guerrilleros populistas burgueses del Movimiento Peronista Montonero (MPM). En tanto que a la mayoría de la burguesía argentina jamás le han importado un bledo esos peñascos gélidos del Atlántico Sur, recuperar las islas siempre ha formado parte del programa revanchista-nacionalista del peronismo desde el golpe de 1943 por oficiales admiradores del Eje que preparó la subida de Perón al poder. La declaración del MPM recordó que un montonero (en realidad era miembro del ala semifascista de los peronistas) había aterrizado un avión en las Malvinas en 1963 a lo Barón Rojo, intentando "recuperar" simbólicamente a las islas (Granma, 18 de abril).
El Partido Comunista (PCA) también respaldó la aventura de las Malvinas/Falklands, en conformidad con su línea general de apoyo "crítico" a la dictadura. Los viejos estalinistas del PCA actúan aqui simplemente como transmisores de la política exterior del Kremlin (que acurruca en su regazo a la junta anticomunista furibunda porque Argentina es el principal suministrador de trigo para la URSS). Poco después del golpe de 1976 el PCA hizo pública una repugnante declaración saludando a la junta por "su respeto por la democracia representativa, la justicia social, la reafirmación del papel del estado en el control de la sociedad, y la defensa de la capacidad de decisión nacional" (ver "The 'Bloody Repression Behind the 'Gentleman's Coup in Argentina," Workers Vanguard No. 110,21 de mayo de 1976). En la Comisión sobre los Derechos Humanos de la ONU, los representantes soviéticos se han opuesto repetidamente a que se lleven a cabo investigaciones sobre torturas y secuestros en la Argentina. Ahora que los generales han sido abandonados por sus patrocinadores norteamericanos, los estalinistas argentinos confían finalmente sacar provecho de sus últimos seis años de apologías miserables del terror de la junta.
Los montoneros son nacionalistas burgueses peronistas; como también lo son los lacayos laborales procapitalistas de la CGT y CNT. Así que no sorprende que se plegaran a la maniobra de Galtieri, aunque la toma de las Malvinas/Falklands no ayude a las masas argentinas en absoluto en su liberación del yugo imperialista; y entretanto esta aventura ha servido para abortar las crecientes movilizaciones de masas contra la dictadura. En lo que a los estalinistas argentinos se refiere, son tan rastreros que han capitulado ante prácticamente todo gobierno en el poder en los últimos 30 años (lo que no les ha salvado de sentir ocasionalmente el látigo de la represión).
Pero el Partido Socialista de los Trabajadores (PST) de Nahuel Moreno se reclama del trotskismo y de la revolución permanente. En realidad, Moreno es un camaleón político que se arrastra tras toda corriente radical en boga – llámese castrismo, maoísmo o lo que sea – mientras en Argentina actúa casi siempre como vivandero de la marcha peronista. La crisis de las Malvinas/Falklands lo encuentra de nuevo "firme" defendiendo no la causa internacionalista del proletariado, sino los intereses de la patria burguesa.
El número de abril de Palabra Socialista, periódico del PST argentino, contiene varios artículos apoyando el acto irredentista de Galtieri. En un editorial titulado "Malvinas: la posición socialista", el PST argentino asienta:
"En todo enfrentamiento entre un país imperialista – en este caso Inglaterra – y uno semicolonial – como es la Argentina –, los socialistas siempre estamos del lado del país semicolonial contra el imperialista... Es decir, que estamos contra Inglaterra – pese a que tiene un gobierno democrático-burgués – y del lado de Argentina – pese a la nefasta dictadura que la gobierna." [subrayado en el original]
–Palabra Socialista, abril de 1982
La Liga Internacional de los Trabajadores (LIT) – que es como se hace llamar el aparato internacional de los morenistas después de romper con la OCI (ahora PCI) francesa de Pierre Lambert el año pasado – declara "que peleará, llegado el caso, en el campo del gobierno argentino" (Correo Internacional, abril de 1982). Esta afirmación es publicada bajo un título enorme, "En el campo militar de la dictadura argentina". Pero no solamente militar. A pesar de sus protestas de inocencia, los morenistas han dado un apoyo político poco velado al régimen de Galtieri. Un documento del PST argentino, publicado en El Bolchevique (Los Angeles) de junio de 1982, argumenta:
"¡Pobres de nosotros si el imperialismo derrotase militarmente a la Argentina! Esto podría significar la caída de Galtieri, para ser reemplazado por un gobierno mil veces peor... "
La misma declaración de preferencia a la junta militar en funciones fue emitida por Enrique Broquen, vocero del PST, en un acto del partido en el país. Y no pasó desapercibido por el mismo gobierno. En un escandaloso artículo, "El PST y las paradojas de la guerra" (¡!), se informa que:
"Poco después, el gobierno pidió una entrevista con Broquen... En el diálogo, el alto funcionario político de la dictadura reconoció la posición del PST y eso, la paradójica circunstancia de encontrarse ambos en el mismo bando de la guerra.
"...preguntó, mostrando un párrafo subrayado del discurso de Broquen, qué quería decir aquello de que podría venir una dictadura todavía más pérfida, siniestra, antinacional, y antiobrera que la actual."
–Correo Internacional, mayo de 1982
¿"Paradójico" que a los carniceros gobernantes les llamó la atención la mano tendida por Moreno y Cía.? Poniendo los puntos sobre las íes, Ricardo Napurí, un líder de los morenistas peruanos, declaró después de regresar de una visita a Buenos Aires que "En el caso argentino, si nosotros decimos, en este momento: ¡Abajo Galtieri!, objetivamente estamos del lado de Inglaterra" (Revolución Proletaria/Bandera Socialista, 27 de mayo). ¡Qué asco!
Argentina: ¿país semlcolonial?
Varios grupos de pequeñoburgueses radicales (y no muy radicales que digamos) en los países imperialistas han adoptado posturas similares a favor de la junta militar argentina. En gran parte esto representa un remanente del tercermundismo amorfo de la Nueva Izquierda. En contraste, el PST flota en la estela de su "propia" burguesía y además se ve obligado a justificar esta posición ante obreros combativos que se muestran muy escépticos sobre cualquier acción de la junta asesina. Esto pone a Moreno en aprietos, porque una cosa es simplemente acusar a todos los que no alaban a Galtieri de ser apologistas del imperialismo, y otra muy distinta el tratar de convencer a obreros con un vivo instinto de clase de que deben apoyar esta aventura de sus explotadores. El principal argumento de los morenistas es repetir una y otra vez que Argentina es "un país semicolonial". Falso.
¿Argentina parte del "Tercer Mundo"? Ya a principios de siglo el ingreso promedio en la Argentina era comparable al de Canadá; en los años 20 se jactaban de un nivel de vida europeo (a la vez que expresaban un desprecio racista hacia la población mestiza del resto de Latinoamérica). Desde la Gran Depresión hasta 1950 (bajo el primer régimen de Perón), la industria se desarrolló considerablemente por medio de la "sustitución de importaciones", al grado que hasta la fecha la producción industrial en la economía argentina es el doble de la agrícola. La estructura de clase es europea: 75 por ciento urbana (mucho más que en Francia), con un proletariado numeroso y un campesinado minúsculo (las estancias ocupan a trabajadores agrícolas). El país ha sufrido a veces el deterioro de los términos de intercambio, al igual que otros exportadores de carne y trigo (como Australia y Canadá).
No obstante las pretensiones de la junta de adjudicarse el papel de gendarme de la región (como atestigua su rol en el "cocagolpe" en Bolivia el año pasado, y más recientemente en Centroamérica), Argentina no es ni siquiera un pais imperialista de segunda como Australia o Cánadá. Desde 1900 por lo menos, es caracterizada por lo que Lenin llamó una "forma transitoria de dependencia". 'El libro de Lenin, Imperialismo: Fase superior del capitalismo (1916) señala:
"Para esta época son típicos no sólo los dos grupos fundamentales de países – los que poseen colonias y las colonias – , sino también las formas variadas de paises dependientes que desde un punto de vista formal, político, gozan de independencia, pero que, en realidad, se hallan envueltos en las redes de la dependencia financiera y diplomática. Antes hemos señalado ya una de estas formas, la semicolonia. Modelo de otra forma es, por ejemplo, la Argentina."
Otros ejemplos de semejantes estados capitalistas intermedios son la mayoría de los países de Europa Oriental en el período de la entreguerra, o Portugal, Grecia e Israel en la actualidad. Pueden ser clientes de determinadas potencias imperialistas, pero son más que simples regímenes títeres, "repúblicas bananeras" o semicolonias.
Al igual que los EE. UU. después de la Guerra Civil, cuando se "abrió" el Oeste con dineros de la City londinense, administrados por J.P. Morgan, Argentina a fines del siglo XIX y comienzos del XX se desarrolló en gran parte con capital británico. Pero en tanto que los capitalistas norteamericanos lograron adueñarse de las inversiones extranjeras y convertirse en potencia imperialista independiente, Argentina se desarrolló un poco demasiado tarde – una tardanza de 30 años cruciales – en la división imperialista del mundo. Así es que el capital británico dominó Argentina hasta la Segunda Guerra Mundial y aún sigue teniendo una presencia importante. A esto se debe en parte que Inglaterra reclame tan intensa y aguerridamente la propiedad de las Malvinas/Falklands.
Argentina es un país capitalista que sufre el estacamiento e incluso el retroceso de su desarrollo desde hace tres décadas; Esto es consecuencia del empate que existe entre un proletariado numeroso, organizado y combativo y una burguesía cada vez más desesperada que reiteradamente ha recurrido a la dictadura militar para salvaguardar su dominio de clase. Por más de treinta años el país ha estado atrapado en esta encrucijada, de la cual no saldrá si no es por medio de la revolución proletaria. Y el principal obstáculo para esto ha sido la garra del nacionalismo peronista, el opio de la clase obrera argentina.
¿Cómo, una acción antiimperialista?
Pero aun suponiendo que Argentina fuera un país semicolonial, la aventura de las Malvinas de todos modos es una maniobra diversionista. El PST informa que muchos obreros se preguntan: "¿Vamos a comer Malvinas?" "¡El 30 [de marzo] nos dieron de palos y dos días después nos llaman a la Plaza de Mayo! ¿Qué se creen que somos?" (hoja volante del PST, 6 de abril). La publicación properonista en el exilio Denuncia (abril-mayo de 1982) publicó una carta de Buenos Aires reflejando el mismo sentimiento:
"Pero aquí no todos cantan en la Plaza de Mayo. Muchos usamos el raciocinio y pensamos en todas las posibles consecuencias... el 30 se llamó a una movilización obrera nacional y cubrieron toda la Plaza de Mayo. EI2 de abrílla Plaza llena de los argentinos masificados que aclamaban a Galtieri por el triunfo en las islas. Yo creo que a uno lo que más le duele es sentirse usado."
Obviamente, la dictadura necesita que alguien le cubra el flanco izquierdo y eso es lo que los morenistas tratan de hacer. Según la LIT, el choque en las Malvinas/Falklands es una "clara batalla antiimperialista", sólo que se "enturbia" por el carácter del gobierno argentino.
¿Qué tiene de antiimperialista la "recuperación" de este minúsculo archipiélago a cientos de kilómetros de distancia de la costa argentina? ¿Afecta el derecho a la autodeterminación del pueblo argentino? En lo absoluto. ¿En qué forma utiliza Inglaterra las Malvinas/Falklands como medio de presión económica? ¿Abasteciéndolas con productos argentinos? Cierto, las Malvinas son una reliquia del imperio británico, y los comunistas exijimos que esta decadente potencia imperialista de segundo rango abandone lo que le queda de sus posesiones coloniales, desde Hong Kong a las Falklands. Pero los trabajadores argentinos en nada se beneficiarían con la aventura de Galtieri (ni aun en el caso de que hubiera tenido éxito). Así que el papa Alejandro dividió los mares entre España y Portugal en 1494 (Tratado de Tordesillas), y Argentina basa su reclamo en el español. Recordamos, sin embargo que España no estaba muy contenta en ese entonces con la bula papal; y resulta que sobre esta base" Uruguay tiene mejor derecho a las islas que Argentina, porque España le otorgó soberanía sobre las islas del Atlántico a cambio de no declarar su independencia como lo hizo Buenos Aires en 1810. Y en todo caso, ¿a quién le importa? Ciertamente que a los marxistas no.
La toma de las Malvinas/Falklands por Galtieri no es un hecho aislado. Hace tres años el almirante Massera propuso un ataque inmediato a las islas a fin de ganar un puesto de honor en la historia argentina para la junta militar. La empresa fue considerada muy arriesgada y los motivos de Massera eran sospechosos; pero a fines de 1978 Videla amenazó ir a la guerra sobre la disputa, qua data de 130 años atrás, entre Argentina y Chile sobre el Canal del Beagle (entre el continente y la,Tierra del Fuego). ¿En qué sentido era ése un conflicto antiimperialista? Ninguno en absoluto. El PST de Moreno se pronunció (después de un largo silencio) en contra de la compaña belicista de la junta militar argentina contra Chile. Pero hizo una advertencia especial:
"...bajo ninguna circunstancia esta política [del PST] puede ser presentada como una renuncia a la defensa de la soberanía nacional." -Opción, octubre de 1978
Y los trabajadores chilenos – ¿deberían ellos también defender la "soberanía nacional", la que en ambos casos no atañe al derecho de autodeterminación? Después de declarar su social-patriotismo en principio sobre el Beagle, el PST lo pone en práctica sobre las Malvinas/Falklands.
En realidad, la batalla de 1982 sobre las Malvinas/Falklands es una disputa claramente situada dentro del marco del dominio imperialista. El canciller de Galtieri, Costa Méndez, ha expresado repetidamente su "asombro", "consternación" y "sorpresa" por el apoyo norteamericano a Inglaterra. La junta argentina cometió un error garrafal al suponer que Reagan y Haig refrenarían a la dama de hierro Thatcher (por lo cual deben sin duda agradecer a la embajadora Kirkpatrick). Habiendo cometido tan grave equivocación, los mandatarios argentinos no quieren empeorarla. No trataron de hundir blancos tan tentadores como el Queen Elizabeth 2, y las tropas argentinas en las islas trataron de evitar encuentros a toda costa. Pero la sanguinaria Thatcher no los dejaba tranquilos. Mientras tanto, y a pesar de las sanciones comerciales impuestas por el Mercado Común Europeo contra Argentina, Buenos Aires ha continuado pagando sus deudas a los bancos británicos. "El gobierno militar no quiere romper con el imperialismo," dice el PST. Verdad. Pero entonces, ¿cómo es que el "Operativo Malvinas" es una acción antiimperialista?
Galtieri no sólo esperaba ganar las Malvinas con el apoyo de la administración Reagan, sino que tenía la intención de entregar la parte del león del botín obtenido a su benefactor imperialista norteamericano. Durante los intentos de "mediación" de Haig, la junta aceptó una administración tripartita de las islas con participación norteamericana. Hay persistentes rumores de que ofrecieron derechos para la instalación de una base norteamericana en las Malvinas en el cuadro de una "Organización del Tratado del Atlántico Sur" incluyendo al Brasil y Sudáfrica. Y hay evidencias de la existencia de reservas importantes de petróleo en la cercanía de las islas desoladas (aunque la tecnología para su explotación todavía no ha sido desarrollada). Argentina ya ha abierto la Patagonia del sur para la exploración por compañías petroleras estadounidenses, ya principios de este año firmó contratos para la exploración del zócalo continental alrededor de las Malvinas/Falklands. En su editorial en Palabra Socialista los morenistas mismos advierten que "la recuperación de las Malvinas de manos del imperialismo británico no debe ser con el objeto de entregárselas a la Standard Oi!." Pero eso es justamente lo que la junta intenta hacer. ¿Cómo, entonces, es que la guerra de las Malvinas/Falklands es una acción antiimperialista?
La guerra de las Malvinas/Falklands es en cierto sentido otra de esas guerras territoriales de América Latina que reflejan la presión del imperialismo mundial sobre regímenes burgueses locales débiles. La Guerra del Pacífico (1879-1883) entre Chile, Perú y Bolivia les permitió a los capitalistas británicos apoderarse de los yacimientos de salitre del desierto de Atacama. Las consecuencias de esta guerra reaccionaria se sienten hasta nuestros días con los intentos bolivianos de "recuperar" su salida al mar. La Guerra del Chaco durante la década de los 30 ganó para el Paraguay unas 20.000 millas cuadradas, al costo de aproximadamente tres bolivianos y dos paraguayos por milla cuadrada. ¿Millas cuadradas? Es que finalmente, los intereses en conflicto eran los de la Standard Oil (aliada de Bolivia) y la Royal Dutch Shell (británico-holandesa, aliada de Argentina y Paraguay) sobre concesiones petrolíferas en esta zona inhóspita. En la Guerra del Chaco los comunistas se opusieron a las respectivas pretensiones territoriales, denunciando las manipulaciones imperialistas en los dos lados. Igualmente en la "guerra del fútbol" de 1969, originada por la inversión imperialista en El Salvador en el marco del Mercado Común Centroamericano, que amenazó con conquistar el mercado hondureño, los comunistas se declararon derrotistas en ambos bandos. La guerra de las Malvinas/Falklands, una aventura sin causa, sacrificando centenares de vidas en aras de la gloria nacional, se inserta en esta serie de contiendas ridículas que han desolado el continente americano.
¿Moreno a las Malvinas?
Moreno y Cía. presentan varios argumentos "marxistas" para justificar su desvergonzado apoyo a la maniobra de Galtieri. En la citada declaración de la LIT morenista sostienen que "la tradición leninista trotskista... apoya al nacionalismo de los países oprimidos, cualquiera sea su régimen y gobierno, contra el imperialismo." Ahora bien, Lenin y Trotsky apoyaron la justa lucha de las naciones oprimidas contra sus opresores, y subrayaron el carácter progresivo del nacionalismo de aquellos frente al nacionalismo puramente chauvinista y retrógrado del imperialismo (ver Trotsky sobre el nacionalismo catalán en sus Escritos sobre España). Pero siempre los leninistas hemos insistido en que el nacionalismo como ideología es burgués, que los intereses, programa e ideología del proletariado, como única clase internacional, son forzosamente internacionalistas. Lo que sí es cierto es que los morenistas apoyan al nacionalismo burgués tercermundista – como su aprobación entusiasta de a la "revolución islámica" del clerical-reaccionario Jomeini, su apoyo político a bonapartistas populistas tales como Torrijos en Panamá, y ante todo su seguidismo a Perón en Argentina.
En otra parte, los morenistas tratan de encubrir su nacionalismo tercermundista haciendo referencia abusiva a una conversación de León Trotsky con el socialista argentino Mateo Fossa en 1938. En la mencionada cita Trotsky habla de una hipotética guerra entre el imperialismo "democrático" de Inglaterra y el entonces régimen semifascista imperante en el Brasil. Explicó que en tal guerra tomaría el lado de Brasil en contra de Inglaterra, por no tratarse de un conflicto entre la democracia y el fascismo sino del imperialismo contra un país capitalista atrasado. "Si Inglaterra ganara", escribió, "pondría a otro fascista en Río de Janeiro y ataría al Brasil con dobles cadenas" (León Trotsky, Escritos, 1938-39). Trotsky explicó más ampliamente sus razones al declararse por el apoyo militar a China en la guerra sino-japonesa en 1937. Ambos casos no tienen nada que ver con el actual conflicto en el Atlántico Sur. En ese entonces Trotsky habló de defender la nación china (o brasileña) contra la conquista imperialista. ¿Es que Gran Bretaña ha invadido a Argentina, tomando Buenos Aires e instalando un régimen títere? Nada por el estilo. Con siglo y medio de dominio de las Malvinas/Falklands los británicos no han oprimido a Argentina, ni a ningún argentino.
Pero quizás la más elocuente prueba de su falta de un programa proletario internacionalista es la frase de la declaración de la LIT donde pone en el mismo plano a los imperialistas y el estado obrero degenerado de la URSS. Thatcher envió la flota, dicen, en defensa:
"...del orden imperialista, del orden contrarrevolucionario mundial, el mismo que a sangre y fuego defienden Estados Unidos en Centroamérica, Mitterrand en Africa y el Kremlin con Jaruzelski en Polonia."
La tendencia espartaquista internacional, que nos pronunciamos por la derrota de ambos gobiernos reaccionarios en esta guerra diversionista, que luchamos por la derrota del imperialismo tanto en Centroamérica como en Polonia, donde manipula el "sindicato" prooccidental Solidarnosc; seguimos fieles a la auténtica herencia leninista-trotskista al defender las conquistas de Octubre todavía preservadas en la Unión Soviética a pesar de la contrarrevolución politica estalinista. Los morenistas no. Ellos se suman a la defensa de la "soberanía" argentina.
Esta junta ultrareaccionaria no va a emprender ninguna acción antiimperialista, ni siquiera parcialmente. Ni es que Galtieri será un posible "de Gaulle criollo", como sueñan Moreno y Cía. Más bien sería un ultra, al estilo Salan, jefe del Ejército Secreto que libró la "guerra sucia" francesa centra los guerrilleros independentistas de Argelia. ¿Para qué quieren las islas los generales bonaerenses? Como hemos dicho antes, muy bien podrían utilizarlas como campos de concentración para los "disidentes" que hayan tenido la fortuna de no haber "desaparecido" – algo así como una isla Dawson argentina. Miren no más a quien han nombrado gobernador militar de las Malvinas: a Mario Benjamín Menéndez; un arquitecto principal de la guerra sucia de la junta militar contra guerrilleros izquierdistas argentinos. Otro de los "héroes" intrépidos de la "lucha por las Malvinas" fue un tal capitán Alfredo Astiz, comandante del contingente argentino en las South Georgia, mejor conocido como el "ángel blanco", fundador del infame centro de torturas de la Escuela de Mecánica Naval, y asesino de innumerables militantes izquierdistas (además de dos monjas francesas y una joven sueca, sus únicas víctimas que tocaron la conciencia imperialista).
Así que la oficialidad argentina quiere las Malvinas. Bueno, una revolución proletaria victoriosa quizás se las dé... como cárcel apropiada para los Galtieri, Menéndez, Astiz y los demás asesinos y torturadores que hoy oprimen al país. Esto debe ser el deseo de todo obrero consciente argentino, para vengar la sangre de sus hermanos caídos en la lucha contra la dictadura criminal. Resulta entonces particularmente grotesco que el PST apoye esta trampa de los carniceros que han asesinado a más de 120 de sus propios camaradas. La última "desaparición" de que se tiene noticia es la de la militante del PST Ana María Martínez, asesinada en febrero de este año. No obstante, ¡estos antitrotskistas llaman por una campaña internacional de apoyo a Argentina! Quizás Moreno querrá unirse a los burócratas sindicales peronistas en sus comitivas a favor de Galtieri. ¿O quisiera acaso ir a las Malvinas junto a St. Jean y los Contin, Bittel y Ubaldini a exhortar a las tropas a que sacrifiquen sus vidas por el reclamo argentino de las islas cenagosas? De 1973 a 1976 el PST capituló al régimen peronista, ofreciendo su "solidaridad proletaria" y jurando solemnemente "luchar por su continuidad" (ver este folleto). Pero su apoyo a la aventura de las Malvinas constituye, de lejos, la peor de las traiciones de los morenistas a la revolución argentina. Reconocen que Galtieri "ha realizado ... una acción desesperada, de diversificación" para "sorprender a los trabajadores argentinos, para desviarlos de su justiciera batalla por sacudirse el oprobio dictatorial"... ¡y luego apoyan esta distracción nefasta!
Qué les importa a los obreros argentinos las Malvinas/Falklands? Hace algunos años el PST morenista publicó un artículo titulado irónicamente, "Isabel Sarli y las Islas Malvinas" (Avanzada Socialista, 10 de octubre de 1974). ¿La conexión? En carteles publicitarios de la última película de la bomba argentina, dos manos cubrían los senos de la diva. "Se trata," según el articulista" "de una complicadísima pero eficaz metáfora que reivindica el derecho argentino sobre las Islas Malvinas... las manos sobre las 'islas' simbolizan la vieja consigna ¡son nuestras!" Quienes lo negaban eran acusados de ceguera política antiperonista. Nadie puede acusar a Nahuel Moreno de subestimar el patrimonio argentino, ya sean las estériles Islas Malvinas o la abundante Isabel Sarli. Pero de antiimperialismo internacionalista, comunista, proletario, ¡nada!
¡Abajo Thatcher! ¡Abajo Galtieri! ¡El enemigo principal está en el propio país!